jueves, 26 de junio de 2014

Día Nueve

Hoy me despertó el sonido de mi teléfono móvil. En la pantalla salía el nombre de mi mujer, pero yo sabía que era El Silencio. Supongo que no le hace mucha gracia que haya pasado toda la noche en me dio del ruidoso Excalibur.

Cuando me levanté, un latigazo de dolor me atravesó la pierna izquierda y a punto estuve de caer de bruces. Al examinarme me encontré un moretón enorme en el muslo. Lo más extraño no es sólo que no recuerdo haberme dado un golpe en esa zona, sino que el hematoma tiene pinta de llevar ahí varios días. Estaba muy oscuro en el centro y rodeado de una gran mancha irregular de color amarillento. Como ya he dicho, no es que yo sea médico, pero se cuando una herida tan simple tiene varios días. No me detuve a pensar en lo extraño de la situación, simplemente quería salir de allí lo antes posible.

Me tomó un buen rato llegar desde el Excalibur hasta el Bellagio, donde había dejado mi automóvil. Durante todo el camino oí como El Silencio se reía de mi. De alguna forma me decía que el sabía algo y yo no.

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