lunes, 30 de junio de 2014

Día Trece

¡No estoy loco!

Yo…

Al menos creo que no lo estoy.

He regresado al Mirage. Se que pensaréis que fue una estupidez. Pero no pude dormir en toda la noche… aquella noche. No pude parar de revolverme en la cama, pensando una y otra vez en lo sucedido. ¿A quién o… a qué, le he disparado? Aquello me corroía por dentro y me di cuenta de que no encontraría la paz hasta que lo averiguase.

Así que volví.

¡No había nada! Una ostentosa alfombra de colores chillones me miraba desde dónde debía haber estado el cadaver de… algo. ¡Es imposible que aquello sobreviviera! Una bala la frenó en seco, tres mas la tumbaron ¡Tiene que estar muerta!

Intuitivamente llevé mi mano al cinturón para coger mi pistola. No debería dudar de lo que hice con ella, disparé cuatro veces a esa cosa, estoy seguro. Aun así la busque pero no la llevaba encima. Palpé mis bolsillos. Nada. Súbitamente me envolvió el pánico cuando entendí que estaba en aquel lugar completamente desarmado, en el mismo sitio dónde algo horrible me había acechado desde las sombras, quizá aun vivo y enfadado por lo de ayer.

Eché a correr.

Me precipité dentro de mi todoterreno y busque el arma. Quizá la dejé en el asiento trasero o en la guantera, a lo mejor se ha caído bajo mi asiento. No. Ni siquiera la he traído conmigo.

Revolví toda la casa buscándola. Los dormitorios, la cocina, mi despacho… no lograba encontrarla por ninguna parte. ¿Como puedo haberla perdido de vista? Desde el primer día de esta… situación, no he dejado de tenerla a mano ¡ni un minuto!.

No se por qué busque en mi armario, en la balda de arriba, dentro de su caja. Quizá fue en la desesperación de no encontrarla que volví a buscar donde siempre había estado hasta aquella noche en que el mundo se quedó parado.

Saque la funda de la caja y quité la correa de seguridad, era imposible ¿Cómo había llegado allí de nuevo?.
Pero allí estaba, metida en su funda. Con el seguro puesto. Y aun peor… Nueve balas de 9 milímetros esparcidas por la caja. Nueve…

He disparado cuatro. La primera lo detuvo. Las otras tres lo mataron. Se que fue así. Aun puedo ver aquella imagen en mi mente. Mis manos todavía tiemblan cuando rememoro aquella criatura corriendo desbocada hacia mi, aquel odio que supuraba. Como la luz se disipaba a su alrededor como si fuera una especie de agujero negro.

No estoy loco.

No lo estoy

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